Descripción
RESEÑA:
“La calle de la noche”, el título viene a ser hilo conductor de contenidos.
Un peregrinaje en la noche, en cada noche, crudo a veces, pero conducido sin amargor. No hay portal que no deje pasar un resquicio de luz y esperanza.
En toda pérdida el llanto es sanador, incluso, o más aún, cuando lo que se llora no se tiene entre las manos.
Tonalidad elegíaca, aire otras veces exultante, porque la noche naturalmente se abre en amanecer. Y aquí juega un papel estructural la combinación y alternancia de las formas poéticas, la precisión compresiva del soneto y el desborde, en absoluto descuidado, del verso libre.
Ecos elegíacos y aires exultantes; en definitiva, spray de amor en su proyección ambidiestra más genuina.
Pero la segunda parte es más amable y detrás de las nubes, se ven algunos brotes verdes que, en forma de personas, todos conocemos en nuestras vidas diarias. Aunque estos son los míos, los que me rodean y claro, contiene algunas flores para mi hermosa compañera de viaje y redobles de corazón cuando miento a mis cachorros.
Soy consciente de que la poesía no es un arte mayoritario. Pero aun así quiero medir mis fuerzas y saber cómo de buenos son mis frutos, para lo cual, juzguen ustedes, que por no ser sus vástagos, obrarán con la objetividad de la que yo carezco.
EL AUTOR:
Aunque la aparición de “La calle de la noche” es parto reciente, comparto el verso del ruso Yevgeny Yevtushenko: ‘Y, sin embargo, no he nacido tarde’. De ello da fe Villalcón de Campos, mi pueblecito palentino, y Madrid que deja constancia varia y dilatada de mi trayectoria.
Procuro la proximidad con el lector, confiándome a él como coautor de mis versos y constructor de su relato personal.
Mis publicaciones anteriores priorizaron la investigación, lo que ha hecho de mí consultante más que lector empedernido. Mi referencia profesional es la Psicología y la Psicoterapia Musical (Musicoterapia), con algunas incursiones en el ámbito de la Historia.
Con la Poesía, ya desde niño, he mantenido una relación de seguimiento y complicidad en el modo de interpretar sensaciones y sentimientos. La riqueza lingüística de nuestro idioma ha estimulado mi afán por usar el ‘nombre exacto de las cosas’ (Juan Ramón Jiménez), sacar brillo a la metáfora y remover empatía.